Son las 4:30 de la mañana y en dos horas más vuelo hacia Panamá. Es un viaje con dos escalas, Lima y Medellín, dos ciudades en las que ya estuve en alguna ocasión. Panamá, sin embargo, será un destino nuevo y uno que, ademas, nunca me había interesado demasiado visitar.
Sin embargo, estoy emocionado. El motivo, como es usual en mis últimos viajes, es el tema pokeril y serán cinco días de mucho trabajo y poco tiempo para salir a pasear. Aún así, tengo mucha curiosidad por visitar el Canal de Panamá y la Ciudad Vieja, con eso me conformaría y tendría algunas historias para contar.
Cada vez me cuesta más dejar Buenos Aires. El último viaje fue en mayo pasado a Punta del Este (El Mónaco de Latinoamérica, ni más ni menos) y antes de eso en febrero pisé Ushuaia en una travesía relámpago. Pero Buenos Aires es ahora como un ancla y siempre estoy más feliz cuando regreso que cuando me voy, aunque sea a un destino desconocido.
En dos horas salgo a Panamá. En cinco días regreso a mi hogar.