1. La manera más sencilla y perspicaz, pero no la más brillante, de empezar este ensayo sobre Bartleby y compañía ((Ed. Anagrama, 2006)) sería con la frase “Preferiría no hacerlo”. Además de ser juguetón, daría por finalizado el texto. Otra opción es encontrar, entre el racimo de excusas y pretextos que nos enseña el libro, nuestro favorito para presentarlo como escudo y así, de nuevo, poner punto final a este prospecto de ensayo. No voy a negar que ambas alternativas me tentaron pero al final opté por la rebeldía: decidí que realmente preferiría escribir. Porque el libro de Enrique Vila-Matas, a pesar de que es una recopilación de los que desisten del ejercicio de la escritura, deja con muchas ganas de leer y especialmente de expresarse.
2. La primera vez que supe de la existencia de Enrique Vila-Matas fue en Xalapa, Veracruz, en una jornada con lluvia de estrellas: Él, Antonio Tabucchi, Juan Villoro y Margo Glantz, se reunieron para homenajear a su amigo y escritor Sergio Pitol, recientemente nombrado Premio Cervantes. Cada uno tuvo tiempo para hablar sobre Pitol y las cuatro ponencias fueron agradables, aunque una de ellas osó adentrarse en los límites de la teoría literaria. Por su parte Vila-Matas, con su marcado acento español, habló (no leyó) sin parar sobre el otro Pitol, la persona común y corriente, su amigo. Relató viajes, anécdotas, cartas y curiosidades que los unían a ambos. Mientras todos escuchábamos atentamente, Sergio, a la izquierda de Vila-Matas, escribía con velocidad cosas que quizá podrían integrar su siguiente tríptico pero ante todo se le veía feliz de poder escuchar una charla entrañable.
Al día siguiente del homenaje yo compré el libro Una casa para siempre y esa misma noche inicié la lectura. Hoy es el día que aún no he podido terminarlo. Me había resignado a mantener en mi memoria aquella plática y aceptar, con tristeza, que quizá era lo único que podría digerir del escritor español. Bartleby y compañía fue la segunda oportunidad y, afortunadamente, valió mucho la pena.
3. Quizá el guía más conocido de la literatura, o el primero que se viene a la mente, sea Virgilio en La Divina Comedia. Le sugiere, cuida, explica y conduce a Dante en su travesía por los círculos del infierno. Lo cierto es que todos necesitamos un guía, alguien que nos oriente cuando nos encontramos confundidos o, peor aún, como apunta Gabriel Zaid en un ensayo sobre el consumo en la sociedad, cuando estamos frente a demasiadas opciones. Quizá la literatura es como un Infierno de Dante, una selva peligrosa que exige un guía no sólo para no perdernos sino, más importante aún, para no pasar por alto lo que es realmente importante. Por eso existen libros como El canon occidental, Los 1001 libros que hay que leer antes de morir o el Diccionario crítico de la literatura mexicana: son libros que se encargan de trazar un camino seguro para un lector confundido.
En mi caso dos escritores cumplieron con creces la función de consejeros literarios: Truman Capote gracias a las entrevistas en Conversaciones íntimas con Truman Capote y Roberto Bolaño en su fantástico libro Entre paréntesis, una serie de artículos, ensayos y entrevistas. Ambos autores fueron personas puntillosas, certeras y con ideas literarias bien definidas. Si uno confía en el criterio estético de Capote o Bolaño (como es mi caso) los libros y autores que ambos mencionan son una excelente guía de lectura.
Bartleby y compañía, una vez que lo terminé de leer, se convirtió en mi tercer mapa personal para el vasto universo de la literatura.
4. El libro de Vila-Matas se construye alrededor de un tipo de escritor muy particular: aquellos excéntricos que un día, por diversísimas razones, optaron por decir «No escribo más”. Y entonces pasaron a la historia, además de por su literatura (escasa, suficiente o excesiva), por su radical e inamovible decisión. Bartleby y compañía es, ante todo, un hermoso anecdotario que provoca en el lector distintas sensaciones: disfrute, risa, asombro, curiosidad, extrañeza, incredulidad e inclusive solidaridad ante los dramas de los hombres detrás de las páginas.En el libro de Vila-Matas tenemos una amplia baraja de personajes con quienes podemos sentirnos identificados. Cuando ya ha conseguido seducirnos con una historia particular el objetivo principal del libro llega solo: no podemos evitar el deseo de saber más y lanzarnos en búsqueda del último libro de Thomas Pynchon para intentar comprender su silencio. Bartleby y compañía propone un recorrido más entre los largos y sinuosos caminos de la literatura.
5. No ahondaré sobre el sentido de Bartleby y compañía. Me quedo con mi visión utópica sobre un resorte que nos impulsa a adentrarnos en lecturas que valen la pena. Y aunque quizá sea cierto lo que Roberto Bolaño dijo en una entrevista, que en la eternidad no hay diferencia entre William Shakespeare e Isabel Allende, que son básicamente lo mismo, en el presente es bueno saber por quién deberíamos decantarnos.
Y por eso, porque nos sugiere algunos nombres que valen la pena, nadie debería perderse la colección de Escritores del No de Enrique Vila-Matas.