Una historia de poker (Parte II)

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Para llegar a Bahamas, al menos desde Argentina, la mayoría de los vuelos hacen una escala en Estados Unidos. Como yo no tengo visa estadounidense, y tampoco intenciones de realizar los trámites para obtener una, mi viaje tuvo una escala en Panamá. De ahí fueron sólo dos horas hasta Nassau donde comenzaba la aventura: diez días completos de hablar en inglés y de tratar de entender el marcado acento caribeño.

El viaje en taxi desde el aeropuerto al hotel estuvo amenizada por una conductora muy alegre que se dedicó a enumerar a todos los famosos que había tenido el honor de conocer. Según ella, Michael Jackson era muy amable y le dejó una gran propina mientras que Michael Jordan era más bien reservado y no muy bueno al momento de dar la propina correspondiente. La chica parecía ser la chofer oficial de las estrellas pues también conocía a Robin Williams y Lindsay Lohan (compradora compulsiva).

Ese día hice, por única ocasión, una caminata desde el centro de Nassau hasta el Atlantis Resort. En total fue poco más de una hora que incluyó la andanza sobre el puente de 200 metros de largo y una altura máxima de veintidós metros. A pie es una de las tres maneras que existen para llegar a Paradise Island: las otras dos son por auto (taxi o particular) o por ferry en un viaje que dura veinte minutos y en el que además hay un guía que relata datos curiosos de la isla.

Ferry

Al día siguiente de la llegada a Nassau, dio inicio el PokerStars Caribbean Adventure. Pero vamos a contextualizar: durante al año se juegan cientos de torneos de poker alrededor del mundo pero el más importante (por su historia y la cantidad de dinero que entrega al ganador) se juega en el mes de julio en Las Vegas. Quizá, después del evento en Las Vegas, el torneo que cualquier jugador quiere ganar es el PCA. En términos futbolísticos, Las Vegas sería el mundial y Bahamas la Eurocopa.

En el PCA están los mejores jugadores de poker del mundo: los que salen en televisión y los que prefieren no hacerlo porque están muy ocupados jugando en su computadora. Yo, por supuesto, decidí que lo menor era ir en modalidad fan y, además de hacer mi trabajo como reportero, le pedía fotos a mis jugadores favoritos. Incluso, tengo tres fotografías con autógrafo y dedicatoria.

A pesar de que no lo pueda parecer, cubrir un evento como el PCA es mucho trabajo. Cada día el torneo comenzaba a las 12:00 y la jornada terminaba entre diez y doce horas después, con descansos de veinte minutos incluidos. Para el tercer día sufría de un terrible dolor de espalda y la ironía era que la solución a mis problemas estaba al alcance de mi mano más no de mi presupuesto. En todo el PCA había masajistas profesionales que, según vi, hacían maravillas con las manos pero cobraban dos dólares por minuto.

El Atlantis Resort no es un lugar para personas de clase media.

Más allá del costo de los masajes, que es verdad que no es un bien de primera necesidad, había precios sorprendentes. Me topé por primera vez con la famosa botella de Fiji Water cuya versión más pequeña costaba siete dólares. Los precios de la comida también estaban por las nubes: una rebanada de pizza costaba seis dólares y una ensalada empaquetada ocho.  Pero los jugadores de poker viven  una realidad y nadie parecía especialmente sorprendido por esta situación.

Todos los días llegaba junto al resto del equipo una o dos horas antes de que comenzara la jornada. El tiempo lo aprovechaba para salir a caminar por Paradise Island y podría decir que recorrí la isla de palmo a palmo. El Atlantis es enorme y tiene, de hecho, un servicio de transfers que te pueden llevar de una torre a otra con paradas especiales en lugares de interés. Yo lo hice todo caminando (algo que no acostumbro)  y sintiéndome como Guybrush Threepwood en lo más profundo del caribe.Atlantis

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