Para las personas que me conocen no es ningún secreto mi, quizá excesiva, afición por Lost. A pesar de no ser un fanático total (No elucubro teorías ni sé de pe a pa todos los detalles de la serie), la defiendo con fervor y pocas veces acepté una palabra negativa o una frase mal intencionada sobre su pasado, presente o futuro. Hasta que comenzó la última temporada.
En pocas palabras: los seis capítulos que se han emitido hasta ahora me parecen terribles y sin ninguna dirección. El año pasado los escritores anunciaron que habían encontrado una forma diferente y emocionante de seguir narrando Lost. Abandonaban los flashbacks los flashforwards y los viajes en el tiempo. La conclusión a la que llegaron los avispados guionistas al saber que ya no podían ir ni para atrás, ni para adelante, fue ir hacia los lados.
El gran problema de la nueva forma narrativa de Lost es que no es la sexta temporada la ideal para hacer experimentos. Hay muchas cosas que resolver, muchos planteamientos que llevan tiempo en el tintero y de nada nos sirve saber cuál hubiera sido el destino de nuestros queridos protagonistas. Además ni siquiera es interesante. Si es verdad que estamos ante una realidad alternativa, me parece una manera estúpida de perder el tiempo. Benjamin Linus, histérico profesor de Historia, no tiene ninguna utilidad, así como no la tiene saber que, aún fuera de la isla, los personajes continúan cruzándose unos a otros. Es cierto que los guionistas han dejado caer indicios que podrían indicar que no es precisamente una realidad alternativa la que estamos viendo, que hay algo más. Sin embargo, como dije antes, ya no hay tiempo para juegos. Las cartas se pusieron sobre la mesa en las cinco temporadas anteriores y ahora es tiempo de jugar la mano. Desafortunadamente, Lindelof y Cuse lo están haciendo de la peor manera.
A pesar de todo sigo, albergo esperanzas. Es cierto, estoy harto de la mayoría de los personajes (hay que aceptarlo, casi todos pecan de imbéciles) pero la historia de Lost me sigue atrayendo. La historia original, por supuesto. Aquella en la que un grupo de personas se estrellaban en una isla misteriosa en la que pasaban cosas muy raras…